September 04, 2009

Distancia



Estas semanas han sido de acortar distancias. 
Los abuelos vinieron a visitar a la Mademoiselle por su cumpleaños.

Para un adulto una semana no es suficiente para ponerse al corriente con personas a las que no has visto en un año, así me sentí cuando mis papás vinieron por ese tiempo. Afortunadamente los niños tienen otros tiempos y ya para el segundo día, se habían dado una idea clara del carácter de la nieta.

Día 1. Cautela. La mademoiselle no cree que a quienes ve cada domingo por el Skype hayan salido de la computadora para desayunar con ella. Milagros de la tecnología.
Día 2. Confianza. Tras un día de portarse como la niña modelo que no es, comienza a dejar ver algo de su carácter. El termómetro de la chiflazón comienza a subir pero se dispara definitivamente al celebrar su fiesta de cumpleaños, donde le muestra a los abuelos, con lujo de detalle, que la susodicha tiene su carácter. 
Día 3. Sorpresa. La mademoiselle se deja caer con la comida sorprendiendo a todos, como siempre, se empeña en dejar mal a los padres que semanas antes habían asegurado que no comía bien. 
Día 4. Desparpajo. Con total carencia de pudor, la mademoiselle se muestra tal cual es (con un poco de chiflazón añadida), en medio de sus actividades cotidianas se da tiempo para callarme, atormentar a los invitados a su fiesta y hacer un berrinche en medio de sus paseos.
Día 5. Temperatura. Paseos en bote, berrinches y un gran apetito hacen mella. La tamperatura hace su aparición. Nada grave.
Día 6. Cumpleaños. El día del cumpleaños oficial la mademoiselle se dedica a dejar oir su voz, selecciona su regalo y reajusta sus horarios de sueño (el cumpleaños es sagrado como para desperdiciarlo durmiendo ¿verdad?). Reparte abrazos y más abrazos. 
Día 7. Partida. Michelle despierta y al buscar a los abuelos se da cuenta que no están. Para media mañana se resigna a quedarse con los papás de nuevo y a volver a la rutina y al orden.  
¡Qué remedio!

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