August 21, 2008

mg et le mouffette

"¿Pues a qué rancho me trajiste?" fue la pregunta que lancé al marido cuando nos dimos cuenta que en el patio de la casa hay ardillas, arañas, mapaches y hasta un zorrillo. No parece que vivimos en pleno Montreal, más si tomamos en cuenta que la ciudad ¡es una isla! no está en medio del bosque. Que haya gaviotas lo entiendo, pero ¿zorrillos? la cosa está de locos. 

Los perros no están felices con la idea de que les invadan su espacio, así que después de declarar la guerra al zorrillo se dedican a vigilar el patio. Desafortunadamente el primer encontronazo ya se llevó a cabo hace un par de días y la Mocha resultó acreedora de un delicioso aroma a zorrillo. Aldo y yo nos dedicamos a rociarla con tomate, limón y anexos, sin embargo tuvimos que mandarla bañar para que le aplicaran un liquido especial porque durante 2 días la pobre estuvo en cuarentena en el sótano. 

Ahora que ya no huele tan mal le dimos luz verde para que entre a la casa. En ese instante el marido comenzó a tomar decisiones: no salen al patio en la noche y hay que vigilarlos en el día, también se paró en la oficina del barrio a preguntar qué se hace en estos casos. Quienes nos conocen saben que amamos a los animales pero eso de no poder ni tocarlos porque están más protegidos que nosotros es una exageración. En estos momentos estamos pensando seriamente en poner toallas con amoniaco alrededor del patio para que no entren y que se vayan a la casa de los vecinos. 

Aldo investigó por Internet y hay más zorrillos y ardillas por metro cuadrado, que gente. La guerra sigue.   

No comments: