August 23, 2008

spanking

Quienes me conocen saben que no tengo ningún problema con los locos, inclusive tengo a muchos como amigos y francamente me parecen de lo más divertidos, pero eso de ir por la vida en metro y camión me cruza con especímenes de lo más extraños. 

Ya en otros viajes nos había tocado encontrarnos con gente que habla incoherencias sola (no sólo incoherencias, como he conocido a muuuchas en mi vida) e inclusive que se van autoflagelando. Cada quién sus gustos. 
 
Sin embargo el jueves estaba de lo más tranquila esperando el metro tras salir de un curso, cuando de repente siento una nalgada no muy fuerte pero lo suficiente para lanzar un "ay cabrón" en mi muy florido mexicano. Al voltear dispuesta a dar un zopapo al atrevido al que se le antojó mi trasero, me doy cuenta que era una abuelita quebeca, de esas pequeñitas con los cabellos blancos y peinada a la antigua con un bote de laca, hagan de cuenta la abuelita del gato Silvestre que siempre defendía al Piolín. Santíiisssssima ella. Evidentemente me saco de onda al ver aquella estampa y apenas estaba reaccionando cuando veo que la señora sale disparada de mi lado y pone en la mira a una muchacha con bastante buen trasero, la centra, la mide, apunta ... y la muchacha se mueve sin querer para platicar con una amiga. Tras fallar el golpe y ante el despiste de la muchacha que no se había dado cuenta de nada, la ñora se regresa, se acerca, prepara la mano ¡¡y le da tres nalgadas bien dadas!! se los juro, yo en ese instante me moría de la risa y agradecí porque a mi sólo me tocó una. Lo que hay que ver...
  

3 comments:

Lacho said...

jajajajajajaj que buena anécdota, de que hay gente rara hay gente rara.

alejandro said...

Bueno Moni, por lo menos tienes el consuelo de que fuiste un graaan prospecto! jajajajaja

Un abrazo

La Prima

Marxe said...

Definitivamente, nos consta que los locos te agradan; lo bueno es que ahora sabes que el cariño es mutuo.